Recuerdo como surgió mi inquietud por leer la posía de Sabines, fue en la cafetería de la universidad cuando un compañero escuchaba un disco, era el de Jaime Sabines en Bellas Artes, le pedí que me dejara escuhar y las palabras que se quedaron resonando en mi mente fueron "los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida y se van llorando, llorando la hermosa vida". Así comenzo la búsqueda.
Cada que leo uno de los poemas de Sabines siento que me encuentro, lo que el poeta dice es lo que yo quiero decir, pero que no sé cómo hacerlo. Leer sus poemas es como tener un pedazo de la luna, de esa luna a la que le escribe un poema y le atribuye poderes curativos. Sacude mi alma, la hace llorar, desahogarse, y después la deja tranquila, en reposo.
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