Los amorosos de Sabines
miércoles, 4 de enero de 2012
Saludos al Equipo del PNLCH
domingo, 12 de junio de 2011
En vísperas del día del padre...Algo sobre la muerte del Mayor Sabiness
I
Convalecemos de la angustia apenas
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
Nos echamos a andar y no paramos
No ha habido hora más larga que cuando no
Del mar, también del mar,
De la tierra también,
De los huesos también,
Caminan los libros a la hoguera.
(Yo no soy el autor del mar.)
III
Siete caídas sufrió el elote de mi mano
Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
En las cuatro gavetas del archivero de madera
También están los rostros de algunas mujeres
V
De las nueve de la noche en adelante,
viendo televisión y conversando
estoy esperando la muerte de mi padre.
Desde hace tres meses, esperando.
En el trabajo y en la borrachera,
en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
en su dolor tan lleno y derramado,
su no dormir, su queja y su protesta,
en el tanque de oxígeno y las muelas
del día que amanece, buscando la esperanza.
Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
e introduciendo agujas en las escasas venas,
tratando de meterle la vida, de soplarle
en la boca el aire...
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos
por tratar de escribir estas cosas.
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)
Quiero decir que no soy enfermero,
padrote de la muerte,
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas.
Quiero decir que a mí me sobre el aire...
VI
en la tierra, ayer.
VII
Te fuiste no sé a dónde.
Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.
Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
XII
Morir es olvidar, ser olvidado,
Morir es encenderse bocabajo
Apagarse es morir, lento y aprisa
Padre mío, señor mío, hermano mío,
Saca tu corazón igual que un río,
Amo tus canas, tu mentón austero,
Estoy llamando, tirándote la puerta.
XIV
No se ha roto ese vaso en que bebiste,
Te sobrevive todo. Todo existe
Te enterramos, te lloramos, te morimos,
y queremos tenerte aunque sea enfermo.
te has muerto cuando menos falta hacías,
Te has muerto y me has matado un poco.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
XVI
(Noviembre 27)
Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta,
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
Amputado de ti, a medias hecho
Ofrezco a tu dolor un crucifijo:
De regreso al blog
lunes, 12 de abril de 2010
No es que muera de amor
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.